Campaña

La campaña #tecnoafecciones, derivada del proyecto, tuvo una duración de 5 semanas y se plantea como un recorrido por cada una de las dimensiones que hemos decidido abordar en el proceso de producción y consumo de tecnologías: extractivismo, trabajo, infraestructura,  uso y desecho.

Puesto que buscamos una relación con las personas y sus experiencias situadas conversamos con grupos relacionados con la defensa del territorio, los procesos migratorios en la frontera sur y frontera norte de México, albergues migrantes, trabajadoras de maquilas tecnológicas, juventudes, personas cuyo quehacer está vinculado a la espiritualidad y los procesos de sanación, recuperación y reciclaje de dispositivos, tecnólogues e investigadores.

PropuestaExtractivismoTrabajoInfraestructuraUsosDesechosAccionesRecursos

En un contexto donde el conocimiento, la reflexión tecnológica y la propia tecnología han sido pensadas y construidas desde marcos racionalistas, occidentales, masculinos y blancos es urgente revincularnos con las tecnologías desde los afectos, los cuidados y los valores que sostienen para crear otros futuros posibles, futuros que sean dignos y tecnodiversos.

Tecnoafecciones es un proyecto que implica repensar la tecnología en clave feminista, descolonial, situada, que nos permita desarrollar y generar pensamiento-acción en torno a nuestra relación con la tecnología a través de una propuesta teórica y el desarrollo de contenidos que presenten las visiones de las comunidades afectadas, junto a propuestas metodológicas de talleres y una campaña digital dirigida a públicos amplios.

El proyecto está dirigido a personas que tengan oportunidad de repensar su relación afectiva con las tecnologías: los modos de hacer, los vínculos que habilitan o inhabilitan, los impactos cercanos y lejanos. Buscamos activar nuestra capacidad de creación colectiva, nuestras posibilidades de articularnos políticamente, de rescatar nuestras maneras colectivas de hacer juntas desde la revinculación> y el afecto, nuestra voluntad de reconocernos como comunidad y posibilidad, nuestro compromiso de responsabilizarnos como acción colectiva. Queremos hacer explícita nuestra voluntad de generar impactos deseados y nuestra potencia transformadora de mundos. Nuestra ilusión por construir futuros dignos y justos para todas.

 Tecnoafecciones. Acciones para (re)conectar y transformar las tecnologías  
¿CÓMO ESTÁ HECHO TU CELULAR?

Cada día se utilizan más y más aparatos tecnológicos; por ejemplo, ya en 2016 se vendieron 1.500 millones de teléfonos inteligentes en el mundo (según cifras del FMI), un 5% más que el año anterior. Puede que hayamos reflexionado acerca del final de la vida útil de los aparatos y hasta incluso en su cadena de producción (más allá de las condiciones laborales de las personas, cuya gran mayoría en China, India y demás países del sureste asiático). Sin embargo, suele invisibilizarse el inicio de la vida de los dispositivos.

La fabricación de smartphones es de los productos que más recursos consume en todo el mundo. Cada teléfono está compuesto por más de 200 minerales, 80 elementos químicos, y más de 300 aleaciones y variedades de plástico, lo que necesariamente implica la extracción de todos esos materiales en mayor medida en territorios del mundo mayoritario. Para que éste y otros productos tecnológicos puedan fabricarse se explotan bienes naturales como litio, cobre, estaño, cobalto, níquel, coltán, oro y plata, lo cual significa un impacto enorme. De este modo, la consolidación de este modelo extractivista y la llamada transición energética, derivaron en un boom del litio en toda Latinoamérica. Por cada tonelada de litio extraída de manera industrial, se evaporan cerca de dos millones de litros de agua.

Es frecuente encontrarnos con noticias sobre el extractivismo de datos inherente al modelo de negocios de las grandes plataformas digitales. Pero poco sabemos sobre los “otros” extractivismos que transitan a lo largo de toda su cadena de producción. Desde su diseño, estas tecnologías están pensadas para ser construidas en un mundo de recursos infinitos. El mundo en el que vivimos tiene recursos finitos.

Una de las figuras principales de este modelo (neo)extractivista es el Estado, que según el uruguayo Eduardo Gudynas “juega un papel más activo, y logra una mayor legitimación por medio de la redistribución de algunos de los excedentes por medio de políticas sociales”. El neoextractivismo refiere más que a una actividad concreta a una forma de extracción: todas aquellas actividades que remueven grandes volúmenes de bienes naturales y (casi) sin mediar proceso son trasladados lejos de la zona de origen. Minería, petróleo, gas, represas, monocultivos (de cereales o forestales), agroindustria, ganadería o pesca intensiva, información, etc. entran dentro de esta categoría. De entre ellas la minería es la que puede acabar con la mayor cantidad de recursos no renovables en menor tiempo.

Esta política extractiva no tiene en cuenta a las comunidades y ecosistemas locales, lo que provoca la devastación del ambiente, deforestación, contaminación, violencia y el despojo de tierras las personas que las habitan.

MODELO EXTRACTIVISTA EN LA TECNOLOGÍA

Los minerales forman parte de nuestra cotidianidad, sin ellos la vida tal y como la conocemos no sería posible. Sin embargo, su explotación bajo el modelo extractivista del sistema capitalista actual se produce a gran escala y tiene implicaciones que lo hacen insostenible. La minería es hoy el megaproyecto de mayor impacto tanto para el ambiente como para las personas y es por eso que no puede ser ‘sustentable’, ‘verde’ o ‘responsable’.

En todos los casos, los modelos extractivistas no generan procesos económicos locales, sino utilización de escasa mano de obra, en condiciones laborales precarizadas, que hacen el ‘trabajo duro’ mientras las ganancias más abultadas las obtienen (no siempre de forma transparente) las corporaciones transnacionales que implementan los proyectos. En ese sentido se caracterizan por legalizar el despojo territorial y patrimonial de los lugares donde se asientan; propiciar desarticulación de los tejidos comunitarios y locales; contaminar aguas, tierra y aire que a la vez producen desde enfermedades en la piel y ojos hasta enfermedades crónicas más graves. Las violaciones a los derechos humanos son constantes y sistemáticas.

Estamos ya en un momento en el cual ninguna propuesta que no ponga en el centro el sostenimiento de la reproducción de la vida es incompatible con una idea de ‘futuro’. Y el sistema de consumo en el que vivimos no hace más que externalizar pasivos (ambientales, humanos, culturales) mientras habla con buenas prosas sobre cómo enfrentarán una crisis civilizatoria sin cambiar un ápice sus formas de producción, transporte y consumo a costa de la explotación.

En esos discursos se enmarcan también los grandes corporativos tecnológicos que fundamentan su modelo de negocios (de los más rentables del mundo en la actualidad) en la falta de transparencia sobre sus usos y derroche de materias primas, por ejemplo.

Las conversaciones alrededor del clima tienen una deuda enorme con las sociedades al centrarse en discutir en torno a lo que grupos defensores del ambiente llaman falsas soluciones al cambio climático. Acciones que proponen pequeños cambios para no cambiar nada de fondo. Ese es el tren en el que se suben las tecnológicas con sus discursos verdes y sus emisiones cero carbono: el pago por servicios ambientales, por ejemplo, podría resumirse en seguir consumiendo al ritmo actual mientras quienes históricamente han acumulado capital pagan a otras personas y grupos en lugares alejados de los centros de poder para que ellas y ellos limpien la basura que no dejarán de emitir.

Debido a todas estas características en cada lugar donde se establece un proyecto extractivista, los procesos de resistencia se levantan con fuerza.

RESISTENCIAS Y DEFENSA DEL TERRITORIO

Al observar la economía de los materiales nos encontramos con un sistema lineal. Se habla de explotación de materias primas, transformación, transporte, ensamblajes, más transporte, consumo, de nuevo más transporte, desechos. La variable de las “personas” en cada uno de esos estadios no se contempla en las ecuaciones.

A corto plazo, uno de los grandes problemas de la actividad minera son las rocas de desechos. Para llegar al lugar donde hay una “concentración rentable” de los metales que se desean extraer hay que deshacerse de lo que está arriba. Toda esa roca que antes veíamos en forma de montañas y “no sirve”, ahora se transformarán en montañas de basura que liberarán los metales pesados almacenados en ellas al aire, agua y suelos. Estos desechos provocan drenaje ácido, una contaminación que puede llegar a durar, sin exagerar, miles de años. La mina Iron Mountain en California cerró en 1963 pero seguirá contaminando el río Sacramento con drenaje ácido por otros 3mil años más.

Este modelo afecta los modos de vida de muchas poblaciones y atenta contra la naturaleza. Organizaciones, colectivos, comunidades y regiones enteras tienen al territorio como el principal eje articulador para organizarse en resistencia y se levantan contra los proyectos del mal llamado “progreso” y “desarrollo», apelan a que «la defensa del territorio es la defensa de la vida; que defender el territorio ancestral es también resguardar la cultura y, por lo tanto, significa nuestra permanencia como pueblos.» (México, 2017)

Sin embargo, vivimos en un mundo con recursos finitos, de ciclos y no de sistemas lineales, donde las personas transitan en cada pequeño detalle de esas cadenas de producción. Además, en estos sistemas algunas personas son más escuchadas que otras mientras el entramado de políticas públicas y diplomacia económica beneficia a las corporaciones por sobre las poblaciones locales.

Por eso las personas que participan de las resistencias a estos megaproyectos realizan diversas acciones para visibilizar las problemáticas que enfrentan y defender sus formas de vida digna. Participan en encuentros locales y regionales para compartir enseñanzas y experiencias; realizan estudios de impacto e informes y denuncias jurídicas; recorren zonas afectadas por la minería y denuncian lugares de explotación; crean comunicados para la opinión pública, acciones directas, materiales para la defensa del territorio y concienciar del agravio social, cultural y medioambiental.

También resisten contra la criminalización y represión por parte de grupos policiacos, paramilitares y el Ejército, que responden cada vez más a los intereses de los poderes empresariales.

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¿QUIÉNES HACEN POSIBLE LA TECNOLOGÍA? Las llamadas cadenas de suministro para el desarrollo de tecnologías son en realidad una red compleja de procesos y medios entrelazados para concretar la producción y distribución de los dispositivos y materiales que hacen posible la conectividad. Las cadenas de suministro comúnmente constan de tres componentes: el suministro, la fabricación y la distribución. En el suministro, se consideran todos los elementos necesarios para la producción tecnológica, como la extracción de materias primas. Luego, está la transformación de las materias primas, fabricación de componentes y su ensamblaje para producir los productos que usamos. Por último, está la distribución que nos permite acceder a esos productos. Las cadenas de suministro involucran redes globales de producción, transporte y almacenamiento porque ningún producto tecnológico puede producirse en un solo país. Hay otros procesos que operan cuando las tecnologías digitales están ya en marcha como el desarrollo de software o el mantenimiento de servidores. Y existe todo un universo de "trabajo fantasma" en las economías de plataformas que pocas veces reconocemos y que va desde la moderación de contenidos hasta los trabajos para alimentar la industria de la inteligencia artificial, como el etiquetado de datos que luego se utilizan para entrenar los modelos de aprendizaje automático. Y hay muchos, muchos grupos intermediarios. Todos esos procesos son posibles gracias al trabajo de personas concretas. Parece obvio. Lo que no lo es tanto es que ninguna compañía garantiza una cadena de suministro con prácticas laborales justas mientras mantienen la mayoría de su producción tecnológica en condiciones de explotación laboral principalmente en países del Sur Global. En contraposición, la industria se encarga de construir narrativas que nos presentan productos tecnológicos avanzados y deseables ocultando las bases materiales y humanas sobre las que se producen. Por ello, mientras más conozcamos acerca de las diversas cadenas de suministro de la producción tecnológica y de la economía de los datos, mejor podremos identificar nuestra capacidad de acción y proponer alternativas justas. TRABAJAR EN LAS ENTRAÑAS DE LA TECNOLOGÍA De acuerdo con las características del trabajo en el sector tecnológico, las personas que los realizan pueden padecer diversas afectaciones. La extracción de minerales y metales causa enfermedades respiratorias crónicas, neumoconiosis y cáncer de pulmón. Los cuatro minerales básicos para el desarrollo de tecnología: coltán, un gran conductor de la electricidad; estaño, usado para soldar los circuitos; wolframio, que permite que el móvil vibre; y oro, utilizado para cubrir el cableado, son los llamados 'minerales de sangre' porque a menudo se extraen en zonas de conflicto en el Sur Global. Además de traumas en manos o muñecas, en las maquilas también se exponen a intoxicaciones químicas e irritación bronquial provocadas por el humo de soldaduras a base de plomo y estaño. Las empresas maquiladoras suelen contratar usualmente mujeres jóvenes de entre 15 y 25 años, con el propósito de reducir costes salariales. Son trabajos que requieren la habilidad fina de las mujeres, para realizar tareas con precisión, repetitivas y con mayor agilidad. Sin embargo, pasados algunos años, la mujeres pierden la capacidad de visión, presentan dolores en las articulaciones y la espalda, por trabajar largas jornadas de pie, muchas veces durante las noches y las madrugadas, sin descanso e incluso con restricciones para ir al baño. En la moderación de contenidos las afectaciones más comunes están vinculadas al estrés postraumático, la reducción de la actividad neuronal y pérdida de vínculos sociales y familiares. En 2020, Facebook aceptó pagar 52 millones de dólares a los moderadores de contenido con base en Estados Unidos que sufrieron estrés postraumático. ¿Cuál es su accionar con les trabajadores en Filipinas que desarrollan las mismas labores? Estas condiciones de trabajo precarias profundizan las inequidades estructurales. Las personas trabajadoras no pueden acceder a una vida digna, mientras que las empresas acumulan enormes ganancias. La brecha de riqueza es parte del modelo de desarrollo tecnológico hegemónico. Se sabe que el margen de ganancia de Apple es de al menos el 64%. Hay 94 líneas de producción en la fábrica y se requieren aproximadamente 400 pasos para ensamblar el iPhone, incluidos los tornillos de pulido, soldadura, perforación y ajuste. Una instalación puede producir 500,000 teléfonos por día, aproximadamente 350 por minuto. En las fábricas proveedoras de Asia algunas de estas actividades han sido desarrolladas con jornadas de hasta 11 horas de trabajo estudiantil ilegal. Respecto a la brecha salarial, ya en 2014 un ejecutivo de una compañía tecnológica ganaba en promedio 16,200 dólares mensuales, mientras los excavadores del Congo pueden ganar entre $10 y $50 por semana. Se calcula que alrededor de 40.000 niños trabajan en las minas de ese país y necesitarían 700 mil años para ganar lo que Jeff Bezos ganaba en un día. Por otro lado, un estudio del Project Management Institute (PMI) demuestra que las cifras en cuanto a las brechas de género se incrementan. Los hombres gerentes de proyecto superan en número a las mujeres por una diferencia del 58%. Además, a nivel mundial, las mujeres ganan alrededor de un 20% menos que los hombres por trabajos de igual valor. RESISTENCIAS Y ACCIONES POR TRABAJOS DIGNOS Puesto que la producción tecnológica es transnacional y muchas empresas operan extraterritorialmente, el problema del trabajo digno se plasma en distintas escalas e involucra actores locales y globales. Uno de los principales ejes de la resistencia son las iniciativas que impulsan formas de organización política con el propósito de habilitar, por un lado, el acceso a derechos laborales para garantizar condiciones dignas y justas de trabajo en el sector, y por otro, modelos económicos alternativos al del mercado. Así, hay esfuerzos para constituir sindicatos que defendan los derechos de las personas trabajadoras o cooperativas, como un modelo económico alternativo. Además, también hay propuestas para impulsar leyes que exijan a las compañías cumplir sus compromisos laborales. Lo que es un hecho, es que todos los lugares podemos encontrar procesos de organización social que se establecen con fuerza. La Coalición de Extrabajadores(as) y Trabajadores(as) de la Industria Electrónica Nacional (CETIEN) está conformada por personas en Jalisco, México y de la frontera norte del país. Además de luchar por "un trabajo digno y estable" durante años han denunciado las afectaciones de la industria tecnológica en la salud y en el ambiente. Se organizan para conocer, promover y defender sus derechos humanos a través de procesos de capacitación que incluyen cuidado de la salud. Algo que la propia industria les niega. La organización impulsa la articulación con organizaciones comunitarias de defensa del territorio. La Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC) está conformada por 28 cooperativas tecnológicas del país trabajando juntas por el cooperativismo tecnológico con el objetivo de fortalecer a sus miembros y difundir esta forma de entender el trabajo y las tecnologías. Nombran este entendimiento de una forma amplia a través de la construcción de vínculos y ayuda mutua que atraviesan aspectos organizativos y económicos y también la resolución de conflictos. Además, para FACTTIC "las cooperativas son empresas democráticas, que se interesan por el desarrollo de la comunidad en la que viven". En muchos países, se han aprobado leyes que permiten a los trabajadores de las plataformas ser considerados efectivamente como trabajadores, es decir, con derecho a indemnizaciones, vacaciones y otras prestaciones. Por ejemplo, en México, se realizó una propuesta de ley que exige que las empresas de plataformas tengan obligaciones por los accidentes y/o incluso fallecimiento de sus trabajadores. También plantea que las personas morales que operen, administren y/o utilicen aplicaciones o plataformas informáticas y que tengan bajo su cargo a trabajadores dependientes sean considerados como empleadores. Estos son solamente algunos ejemplos que muestran cómo la capacidad de organización política y económica y la regulación del trabajo de las plataformas son fundamentales para que las personas trabajadoras alcancen condiciones laborales dignas.
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PENSAR CRÍTICAMENTE LAS INFRAESTRUCTURAS DE INTERNET Las infraestructuras son redes construidas que facilitan el flujo de bienes, personas o ideas y permiten su intercambio a través del espacio (Larkin, 2013). En nuestra experiencia cotidiana con internet, pocas veces pensamos en las infraestructuras que la hacen posible. Las infraestructuras no son solamente el sostén materialidad de internet. Tienen al mismo tiempo una dimensión política, epistemológica, ética, cultural, económica y social. Por tanto, tienen efectos sociales e incorporan, desde su concepción, una visión particular del mundo. Las infraestructuras físicas de internet están conformadas por cables y satélites, antenas y servidores web. Hay también redes de distribución de contenidos (CDN), servidores de bases de datos, modems, routers, dispositivos de almacenamiento, repetidores, controladores, tuberías de agua, ventiladores, aspersores, generadores. Algunos de estos elementos podemos encontrarlos en los llamados centros de datos, granjas de servidores o, coloquialmente "la nube". Pero a estas alturas seguramente ya han escuchado que la nube de inmaterial y etérea más bien tiene poco. Y que es un espacio bastante centralizado. Las infraestructuras de datos tienen también un entramado complejo. Un centro de datos puede tener diversos propósitos. Algunas secciones de este entramado pueden ser operadores locales, proveedores de servicio de internet o pequeños centros de datos. Podemos encontrar operadores regionales y centros de datos medianos. Existen también centros de datos internacionales como puntos de acceso de red, operadores nacionales y centros de datos grandes. De hecho, la columna vertebral de internet son los llamados enrutadores de red troncales o backbones, que son las principales rutas de datos entre redes de computadoras estratégicamente interconectadas y enrutadores centrales. Suelen estar conformadas por múltiples cables de fibra óptica, y la mayor parte está bajo el agua. Internet tiene rutas aéreas, terrestres, ¡y submarinas! Podríamos hablar además de las infraestructuras digitales de estándares y protocolos que hacen que esas infraestructuras físicas hablen entre sí. Sobre todo ese entramado de infraestructuras (¿o dentro de él?) están las llamadas infraestructuras de servicios y aplicaciones. Hay manejadores de contenidos y otros servicios web, bases de datos, instancias, APIs, bots (como los crawlers web). Este gran entramado se hace disponible para nosotras a través de dispositivos como computadoras, tabletas, celulares... relojes, refrigeradores, cajeros ¡y muchos más! Con este breve recuento, vemos que existe una capa infraestructural con una huella ambiental mayor de la que dimensionamos normalmente. Entender el funcionamiento de las infraestructuras, su arquitectura, su sentido y su impacto en el territorio, con el consumo de energía y agua, la producción de desechos y sus efectos sociales, nos puede ayudará a crear y fortalecer proyectos infraestructurales alternativos. MODELO EXTRACTIVISTA EN LAS INFRAESTRUCTURAS Las infraestructuras son políticas y reflejan los imaginarios sociales y las matrices de las cuales emergen. Se suele hablar del capitalismo de plataformas, pero no lo solemos relacionar con la dimensión infraestructural. Existen fuerzas globales y fuerzas locales que promueven nuestra dependencia infraestructural hacia el capital privado transnacional. La mayor capacidad de desplegar infraestructura, especialmente las más cruciales, no suele encontrarse en el ámbito público o social. En nuestra región tenemos un déficit de infraestructura pública. Como personas, tenemos poco derecho de acceso a las infraestructuras. De acuerdo con Data Center Knowledge los 15 mayores proveedores de alojamiento de equipos en centros de datos en el mundo controlan aproximadamente la mitad del mercado y la segunda mitad está extremadamente fragmentada que imponen sus reglas y decisiones a las demás infraestructuras y personas conectadas. La ausencia de transparencia con la que operan las compañías privadas no nos permite conocer, por ejemplo, como son los sistemas de enfriamiento de sus servidores o su consumo energético y de agua. Algunas de las grandes empresas insisten en mencionar que sus políticas de cero consumo se basan en el uso de energías renovables o aguas recicladas. Estas prácticas son necesarias. Sin embargo, no cuestionan la escala del modelo de almacenamiento y procesamiento de datos y esto tiene un impacto directo en el volumen de consumo. En 2021 un estudio calculó que los paneles solares generarán 80 millones de toneladas de residuos en tres décadas. ¿Qué impacto deseado puede tener una granja de servidores de una transnacional tecnológica alimentada con una granja de paneles solares? Otra parte del problema se relaciona con el hecho de que para que el procesamiento de información sea eficiente necesita del reemplazo frecuente de hardware de almacenamiento, aumentando así la producción de basura tecnológica. Estos modelos se basan sobre una idea de "infinitud" del consumo desvinculado de la realidad finita del planeta. Para ese mismo año los estudios estimaban que las tecnologías digitales son responsables de entre el 1,4% y el 5,9% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, más que las emisiones de la aviación. Cada búsqueda en Google implica movilizar diversos tipos de software (arañas de crawling e indexación, algoritmos, búsquedas sugeridas y adwords). Revisar un sitio como Facebook en el celular durante 3-4 minutos o visualizar un video de 45 segundos en alta resolución consume lo mismo que un bombillo LED durante una hora. El 40% de la huella de carbono de internet se debe al diseño de sitios web. Finalmente la tendencia de llevar todo a "servicios en la nube" implica una conexión a internet constante y ubicua que implica hardware y software disponible para un uso privado y remoto 24/7. El extractivismo no es solo material. En las universidades, por ejemplo, estamos asistiendo a un rápido, silencioso y devastador proceso de privatización y desmantelamiento de la universidad como servicio público también través de las infraestructuras. RESISTENCIAS E INFRAESTRUCTURAS-OTRAS ¿Entonces en las tecnologías-otras el modelo extractivista está superado? Seguramente afirmar algo así es imposible. Sin embargo, ese modelo extractivista se cuestiona fuertemente y se dan pasos para poder construir comunitariamente las infraestructuras que deseamos. La defensa, construcción y derecho a las infraestructuras debe tomarse como un aspecto relevante de nuestras colectividades, organizaciones sociales y espacios académicos. Por ello, desde algunas comunidades pensamos que se debe avanzar hacia una mayor autonomía y autodeterminación a través de modelos de gobernanza comunitaria de datos e infraestructuras. Y dadas las restricciones en cuanto a recursos y capacidades, pensamos que las opciones van encaminadas a desarrollar proyectos o iniciativas bajo los principios de la computación mínima como menciona Alex Gil o infraestructuras de bolsillo, como propone Offray Luna: ligeras, libres y distribuidas. Reconocemos también las propuestas de redes comunitarias de internet presentes por ejemplo en México, Argentina, Colombia. También la propuesta de Wiki Katat, el primer operador móvil virtual social y comunitario para servicios de telefonía celular e internet. Nos interesan acciones de tecnologías otras como los servidores autónomos o de gestión comunitaria como May First o Greenhost, quienes además presentan anualmente un informe detallado sobre las dificultades en el intento de ser "sustentables". Y nos emociona cuando esas mismas propuestas están vinculadas y sostenidas desde los feminismos como MariaLab o Anarchaserver. Por eso nos hace mucho sentido pensarnos desde la infraestuctura del afecto, como lo propone Thiane Neves desde la Rede transfeminista de cuidados digitais: "consiste en pensarnos como productoras de tecnologías, incluyendo las tecnologías ancestrales en su conjunto y orientadas a cuidarnos a nosotras mismas y a nuestra red de apoyo, elaborando materiales afectivos, no jerarquizando en ningún caso el saber y el conocimiento, no permitiendo que un discurso y una duda por parte de las mujeres sea algo pequeño o que disminuya sus pasos, sus luchas. Si consideramos que toda infraestructura es política, la infraestructura del afecto es una decisión político-metodológica cuyos pilares fundamentales son el intercambio y el conocimiento libre. Es una metodología de trabajo que busca establecer vínculos afectivos. Se interesa por la escucha y la palabra es soberana. Trae consigo las filosofías del movimiento del Software Libre, del Hackativismo y también la perspectiva de las Tecnologías Feministas" (Neves, 2023).
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PENSAR CRÍTICAMENTE NUESTROS USOS DE INTERNET Es común pensar en la tecnología como un indicador del progreso de una sociedad, como motor de la historia. En Tecnología: La aparición de un concepto peligroso, Leo Marx narra la etimología de la palabra (raíz griega, techne -un arte o artesanía- y el sufijo ología -una rama del aprendizaje-) y explica que el concepto entró en el idioma inglés en el siglo XVII para referirse a un campo de estudio y no a objetos específicos. Esto cambió en el siglo XIX con la Revolución Industrial y las "artes mecánicas". A partir de allí, las tecnologías quedaron ancladas a la idea del desarrollo. ¿Qué lugar ocupan en la sociedad las tecnologías que usamos? Para muchas personas, hablar de tecnologías significa referirse exclusivamente a las digitales, porque Internet trajo consigo una reconfiguración en la manera en que nos relacionamos, trabajamos, nos comunicamos. Sin embargo, existe una tendencia a que habitemos solamente una pequeña parte de las tecnologías digitales: las hegemónicas y cerradas que no buscan democratizar el acceso y el conocimiento, sino solo que dependamos de ellas, que reduzcamos nuestra autonomía. En la forma de socialización de estas tecnologías se concibe a las personas como usuarias, no como agentes transformadoras. Las grandes compañías nos proporcionan pequeños envases, ventanas de "participación", y nos dicen ¡úsalo! De tecnología a internet, de internet a la web, de la web a las plataformas, de las plataformas a las apps. Los espacios se han ido reduciendo. ¿Para qué nos "conectamos"? ¿A qué espacios estamos accediendo? Somos seres sociales y las "redes" lo saben, lo explotan. Allá lejos en 2017 un "arrepentido" de Facebook contaba que para lograr consumir tanto tiempo y atención consciente de nuestra parte como fuera posible, encontraron que debían darnos ciertas dosis de ‘dopamina’ mediante ‘me gusta’ y comentarios. «Y eso te va a llevar a aportar más contenido... Los inventores, los creadores -soy yo, es Mark [Zuckerberg], es Kevin Systrom en Instagram, es toda esta gente- lo entendimos conscientemente» y decidieron explotar una "vulnerabilidad" de la psicología humana que propiciaría la dependencia a sus plataformas "sociales". Nuestros datos de navegación son transparentes para estas plataformas y recorren los caminos de sus infraestructuras hasta sus centros de datos manejadas con algoritmos opacos que se niegan a compartir abiertamente. Bajo la premisa obligatoria de que "la privacidad ya no existe" se dice que no debemos preocuparnos si "no tenemos nada que ocultar". Y eso es justo lo que podríamos normalizar: si no hay nada que ocultar, ¿qué necesidad tienen de hurgar? MODELO EXTRACTIVISTA EN LAS NAVEGACIONES En este marco se da una tendencia [casi] indiscutible: tener conectividad es lo "deseable". Se proponen entonces dispositivos, espacios y relaciones con mayor conexión. Las tecnologías no aceptan un no como respuesta. Y sin embargo, hay quienes establecen sus propias reglas y se piensan desde la exclusión voluntaria de la conectividad. Esta tendencia a la hiperconectividad profundiza enormemente las brechas actuales. La mitad del mundo no está conectado. Hay muchas personas que no cuentan siquiera con electricidad. Si bien el acceso continúa siendo uno de los grandes ausentes, esto no se limita únicamente a tener conexión, hay grandes desigualdades que se mantienen al ingresar a internet: existen brechas de uso, navegación, apropiación, resignificación y realización de sueños a través de internet que son quizás mucho más grandes que las de la propia conexión. Quedan lejos y fuera las relaciones subyacentes de ejercicios de poder de las tecnologías sobre otras formas de ser, saber, hacer, sentir y vivir. Para habitar internet es necesario conocerla, saber sobre sus potencias y complejidades pero los usos están pensados para la acumulación de capital, no para la autodeterminación o la autonomía. Entonces, si los servicios básicos educativos, de salud, de asilo están mediados por tecnologías digitales como única opción no solo se excluye a la mitad de la población sin conexión a internet sino a una gran mayoría que tampoco está familiarizada con los usos digitales. Las brechas de exclusión se potencian al mismo tiempo que las capacidades de extracción se multiplican. RESISTENCIAS Y FORMAS DIVERSAS DE HABITAR INTERNET Hay otras formas de usar y crear tecnología, más allá de aquellas que nos han impuesto. Las tecnologías libres y abiertas son una oportunidad, un habilitante sí para habitarlas también desde una propuesta crítica. Estas tecnologías libres propician que la construcción de conocimiento sea compartida, comunitaria y distribuida. Tiene un código de saber hacer, un código político y ético que permite otra forma de relacionarte con el objeto, con el código que escribe el objeto y con las personas que usan o escriben el código de ese objeto. Resistir para existir en el territorio digital implica poner en el centro otros valores, intenciones, sueños, esperanzas y tecnologías. Poner en el centro otras formas de vida, de ser y conocer. Nadia Cortés y Eugenio Tisselli nos hablan de las reescrituras tecnológicas , es decir aquellas que "implican volver a escribir los valores tácitos de las tecnologías, comprender la agencia que tenemos y que nos involucra en el proceso de incorporación y concreción de una tecnología en nuestros contextos. ¿Cómo nos escriben las tecnologías y qué lugar ocupamos en dicho proceso?" Establecer un distancia crítica con las tecnologías es deseable y necesario. Cuestionar sus algoritmos tanto como las rutas de su producción es un paso inicial para empezar a transformarlas. Para construir tecnologías futuras que respondan al cuidado de la vida en sus muy diversas capas se hace necesario reconectar con modelos de consumo locales, cercanos, que propicien la diversidad y la conexión con las personas productoras, que escuchen los ciclos de la vida (la naturaleza tardó millones de años en producir minerales o el petróleo), con diseños que respondan a esas premisas. Pensar en tecnologías (estas, otras y aquellas) que habiliten el juego, las libertades compartidas y relacionales, el aprender juntes: una tecnología expansiva que nos abra al vínculo con les otres y lo otro.
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PENSAR CRÍTICAMENTE LAS BASURAS DE INTERNET A inicios de 2023, el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas dio a conocer que se generan cerca de 50 millones de toneladas de desechos electrónicos al año, equivalente al peso de 1400 torres Eiffel. Se calcula que esta cifra se duplicará en las próximas 3 décadas. La basura electrónica es el flujo de residuos que más rápido crece en el mundo. El 20% se recicla adecuadamente, el resto acaba en vertederos clandestinos. A pesar de que nuestras vidas cotidianas están atravesadas por la relación estrecha con dispositivos tecnológicos, pocas veces nos detenemos a pensar qué pasa con ellos cuando los desechamos. A medida que aumenta el consumo tecnológico mundial, las comunidades marginadas del mundo mayoritario son las que más sufren las consecuencias del apetito voraz por consumir artefactos. Esta lógica de consumo intensivo de dispositivos no es casual. El modelo imperante de desarrollo tecnológico busca que consumamos más y más, que renovemos constantemente los aparatos que usamos y que no analicemos los impactos que tiene esta práctica. Por poner algunos ejemplos "un solo tubo de luz fluorescente puede contaminar 16.000 litros de agua; una batería de níquel-cadmio de las empleadas en telefonía móvil, 50.000 litros de agua; mientras que un televisor puede contaminar hasta 80.000 litros de agua". La producción masiva, el consumo masivo, las estrategias de diseño desplegadas por las empresas, las condescendientes normativas impulsadas los gobiernos, están conduciendo a la degradación ambiental y a injusticias sociales sin precedentes. MODELO EXTRACTIVISTA EN LOS DESECHOS Algunas prácticas que se promueven desde las empresas y desde los gobiernos perpetúan el ciclo del extractivismo. Entre ellas se encuentran la obsolescencia programada, la promoción de políticas anti-reparación, el lavado verde y la exportación de residuos electrónicos a los territorios del mundo mayoritario. Existen estrategias de diseño orientadas a que nuestros aparatos no duren lo que deberían. Las empresas emplean deliberadamente la obsolescencia programada, diseñando productos con una vida útil limitada para forzar a los consumidores a un consumo perpetuo que les genere más beneficios. Esta cultura de "comprar, tirar, comprar" promueve la producción en masa y el consumo intensivo, fomentando una economía lineal que perpetúa la generación de residuos. Las políticas anti-reparación fomentadas por las empresas tecnológicas obstruyen la capacidad de los consumidores para reparar o actualizar sus dispositivos de forma independiente. La obsolescencia planificada y la posibilidad limitada de reparación no solamente contribuyen al aumento de los residuos electrónicos, sino que también refuerzan el control de las empresas sobre las personas y su posibilidad de apropiación de la tecnología. En respuesta a la creciente preocupación de la sociedad por el ambiente, algunas empresas han adoptado optado por el "lavado verde”. Es decir, comercializan sus productos como ambientalmente respetuosos, pero los cambios que realizan son superficiales. La economía circular, a menudo presentada como una solución a esta problemática, es un intento de reducción de residuos mediante la promoción del reciclaje y la reutilización de productos. El problema del reciclaje es que no es una solución en sí mismo. Reciclar es un proceso complejo, a menudo muy caro e incluso con las técnicas más avanzadas hay muchos materiales valiosos imposibles de rescatar. Este enfoque no aborda la raíz del problema, ya que sigue invisibilizando los procesos de producción extractivos y explotadores. La economía circular no cuestiona por sí misma el sistema capitalista subyacente, orientado al crecimiento y al beneficio, que perpetúa el consumo excesivo de recursos. La economía circular también necesita un enfoque político desde el decrecimiento y la redistribución. El mundo mayoritario y las poblaciones más precarizadas se llevan la peor parte de la eliminación de residuos tecnológicos. Los desechos electrónicos son un negocio gigantesco para unos y un riesgo de salud para la mayoría. Las naciones industrializadas suelen exportar sus residuos electrónicos (e-waste) a países con normativas laxas y bajos costos laborales, creando "cementerios electrónicos" en estas regiones: Abogbloshie, en Ghana, es junto con Chernobil uno de los lugares más contaminados del planeta. RESISTENCIAS Y TECNOLOGÍAS QUE PERDURAN La urgente necesidad de mitigar los efectos adversos de los residuos tecnológicos exige un cambio fundamental en el paradigma de desarrollo dominante. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de exigir a empresas y gobiernos la adopción de principios de sostenibilidad, justicia ambiental e igualdad social en el desarrollo tecnológico. La tecnología debería ser producida en reciprocidad con los entornos naturales y humanos. Este enfoque debería dar prioridad a los intereses y el bienestar de las comunidades locales, las mujeres y los grupos marginalizados del mundo mayoritario. Algunas de las propuestas para hacernos responsables de nuestro consumo tecnológico parten, en primer lugar, de la apuesta por reducirlo. No consumir lo que no necesitemos, extender la vida útil de nuestros aparatos. Además, la reducción del consumo energético, la minimización de la extracción de recursos y la aplicación de procesos de producción respetuosos con el ambiente pueden reducir significativamente la huella ecológica de las industrias tecnológicas. Muchas comunidades en el territorio de Abya Yala promueven iniciativas que subvierten el orden de desarrollo dominante a través de propuestas ancladas a una visión comunal y permacultural del desarrollo tecnológico. Para un cambio radical en la producción tecnológica podemos pensar cómo subvertir las formas en que se diseñan, se producen y se consumen las tecnologías. Por ejemplo, la producción localizada reduce la huella de carbono asociada a las cadenas de suministro globales y apoya a las economías locales. También podemos abogar por la transparencia en el ciclo de vida de las tecnologías para así conocer dónde se producen, dónde se consumen y dónde se desechan. En muchos lugares ahora se están promoviendo investigaciones que hacen visibles esas cadenas. Debemos también promover una cultura de la reparación y el diseño de productos duraderos y reparables, además de modulares (como Fairphone), que permita a las personas usuarias sustituir fácilmente los componentes defectuosos: los aparatos reparados ahorran el 70% de emosiones de CO2 con respecto a los nuevos. Ejemplos de esa práctica son promovidas por Nodo Tau, Club de Reparadores y Cibercirujas en Argentina, Resistencia Programada en Uruguay. Existe además la comunidad IFixit, que contiene "guías de reparación para todo" así como un foro de respuestas rápidas y un blog con novedades sobre el tema y la compañía británica Minifree que se encarga de modificar viejos portátiles de Lenovo ocupándose de liberar su software pero también su hardware, para obtener así computadoras con mayor durabilidad. El último ejemplo que queremos compartir está radicado al este de Francia: la cooperativa Commown considera los aparatos electrónicos "un bien común" y desde 2018 se dedica a alquilar smartphones, ordenadores y auriculares. Todos sus productos son fáciles de reparar, lo que garantiza una larga vida útil. Además, podemos promover el desarrollo tecnológico participativo y abierto. El diseño participativo promueve el involucramiento de las comunidades y garantiza que se tengan en cuenta sus necesidades y perspectivas. La promoción de tecnologías de código abierto fomenta la innovación colaborativa, el intercambio de saberes que permite democratizar el conocimiento y apoya la emergencia de iniciativas tecnológicas descentralizadas y comunitarias.
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Estas son algunas de las acciones que pensamos para aportar nuestro granito de arena. EXTRACTIVISMO ¿Qué podemos hacer? ✅ Reducir la compra de dispositivos. Pensemos... ¿Cuáles son indispensables para nuestras vidas y trabajos? ¿Cuáles son los más 'amigables' con el ambiente? ✅ Reutilizar equipos. ¿Hay algún proyecto de reutilización de viejos equipos en mi ciudad? ¿Alguna persona de mi familia o cercana necesita un dispositivo tecnológico y el que estoy descartando podría servirle? ✅ Reciclar materiales de los aparatos. Hay que exigir que desde la fabricación se piense en esta etapa. Existen proyectos sociales que reciclan equipos pero no siempre terminan en uso. ✅ Reparar. Si podemos reemplazar las partes en vez de comprar un dispositivo completo ¡es mejor! También podemos Reflexionar, Rechazar los mandatos de la publicidad que 'invitan' a usar 'nuevas tecnologías' todo el tiempo y Reclamar legislación y vigilancia que considere opciones para mejorar estas problemáticas TRABAJO Es muy importante que tomemos conciencia de la realidad “invisible” en la producción y consumo de las tecnologías digitales. Desde nuestros lugares, podemos: ✅ Promover los espacios de organización entre las comunidades afectadas en los territorios despojados y las personas trabajadoras de la industria tecnológica. ✅ Compartir experiencias de resistencia y sumarnos a construir objetivos comunes. ✅ Construir y participar en espacios de conocimiento con una mirada crítica sobre las tecnologías que incluyan todas las dimensiones e impactos ecosociales. ✅ Exigir políticas para la producción y desarrollo de tecnologías digitales que pongan la vida de las personas y los entornos naturales en el centro. INFRAESTRUCTURA Las infraestructuras son políticas y reflejan los imaginarios sociales y las matrices de las cuales emergen. ¿Qué podemos hacer? ✅ Primero debemos tomar conciencia de la realidad “invisible” en la producción y consumo de las tecnologías digitales ✅ Participar, impulsar y fortalecer la construcción y compartición de tecnologías locales y comunitarias que se ajusten a las necesidades de las propias comunidades. ✅ Impulsar regulaciones sobre el diseño, la producción, el uso y el desecho de tecnología para alcanzar la soberanía tecnológica, la autonomía regional y pleno respeto a la vida de las personas y el ambiente. USOS Resistir para existir en el territorio digital implica poner en el centro otros valores, intenciones, sueños, esperanzas y tecnologías. ¿Qué podemos hacer? ✅ Habitar las tecnologías percibiendo nuestro tiempo interior y los tiempos de los entornos naturales. ✅ Realizar acciones que promuevan un cambio en el estilo de vida, la disminución del consumo, el derecho a la reparación y la erradicación de la obsolescencia programada. ✅ Utilizar tecnologías (un poco más) sanas y cercanas. Recuerda que el Software Libre es un gran habilitante para ello. DESECHOS Para mitigar los efectos adversos de los residuos tecnológicos hay que cambiar el paradigma de desarrollo dominante. ✅ Co-responsabilizarnos de nuestro consumo tecnológico y apostar a reducirlo. Por ejemplo, podemos empezar por no consumir lo que no necesitemos: ¿podríamos realizar esta conversación, investigación, baile o encuentro (o partes de ellas) sin que medie alguna tecnología digital? ✅ Promover la transparencia en el ciclo de vida de las tecnologías: conocer dónde se producen, dónde se consumen y dónde se desechan. ✅ Promover el desarrollo tecnológico participativo y abierto. ✅ Promover una cultura de la reparación y el diseño de productos duraderos y reparables, además de modulares que permita a las personas usuarias sustituir fácilmente los componentes defectuosos. ✅ Exigir a empresas y gobiernos la adopción de principios de sostenibilidad, justicia ambiental e igualdad social en el desarrollo tecnológico.
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Concepción y contenidos: Jes Ciacci y Paola Ricaurte
Estrategia de campaña: Ivana Mondelo
Ilustraciones y Logo: Cooperativa Tierra Común
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Impresión: Ediciones La Social